Al fondo de un pasillo, en un antiguo PH de Villa Crespo, se abre la puerta a una casa colorida, con un jardín interno rebosante de plantas y luz. Subiendo una escalera, en un primer piso hay una librería especializada en poesía y narrativa. Se llama Mi casa y fue la primera a puertas cerradas que se montó en Buenos Aires.
Por esas particularidades que hacen de esta una ciudad amigable con la literatura es que hace cinco años comenzaron a funcionar librerías alternativas, atípicas, a puertas cerradas (según como cada una de ellas se autodenomina). Funcionan en viviendas particulares, previo contacto por mail y con acuerdo de visita. Hacen difusión por Internet, donde también incluyen su canal de venta online. Y, así como los restaurantes en casas de familia, prestan un servicio que se basa en una atención especializada a la que agregan la calidez e intimidad de un hogar. Las librerías en casa tienen su público cautivo.
Todas comenzaron ofreciendo rarezas: editoriales extranjeras, libros artesanales, editoriales de provincia que no se distribuyen en Buenos Aires. Libros singulares, descatalogados, difíciles de conseguir. Y allí residía su valor agregado. Luego, cuando ya todo se volvió "conseguible" en Internet empezaron a ofrecer otras actividades culturales y un trato que una cadena de librerías no podría jamás ofrecer. Estas libreras –casualmente todas son mujeres– son además editoras y autoras. En la ciudad hay al menos cuatro.
Mi casa, ubicada en Malabia y Lerma, se especializa en poesía y narrativa contemporánea, pero también tiene libros de ensayo, filosofía y teatro. Y objetos de diseño. "Si ya nos conocemos con el cliente puede venir de visita con cita previa por mail. Si no, funciono de manera virtual: me encargan los libros y los retiran en domicilio o se lo mandamos por correo si no viven en Buenos Aires", dice Nurit Kasztelan, economista que cambió su antiguo trabajo para apostar todo al sueño de tener su propia librería. "Iba editorial por editorial a contarles mi idea, porque al principio no existía esta posibilidad de tener una librería en casa. Tenía que convencer a los editores de que iba a venderles más que en una librería común. No tengo conocimiento de que en otra ciudad del mundo exista algo así. Yo de algún modo quebré ciertas barreras institucionales porque no las concibo como barreras. Se me fue dando solo, paulatinamente. Empecé vendiendo libros de poesía que llevaba en una bolsa y mostraba a mis compañeros de teatro. Recién abrí una fan page en Facebook el día que supe que podía sostener la demanda de mis clientes. Al principio vendía en mi casa en cinco estantes y sólo a mis amigos. Y luego fue creciendo y me di cuenta que la cosa funcionaba", recuerda Kasztelan, que desde 2010 trabaja regularmente con esa modalidad. Su iniciativa coincidió con el boom de las editoriales independientes que, al principio, no tenían visibilidad. "Yo tenía libros joyita, esos que no se conseguían. El boca en boca sigue funcionando, los poetas vienen acá o me mandan gente: 'Andá a lo de Nurit, seguro lo tiene'", cuenta.
"Creo que la gente también viene porque la casa es linda y porque tengo un patio y plantas. A mí me encanta cocinar, hay buen clima de hogar", cuenta. Como precaución no deja entrar a gente que no conoce. "Me pasó de atender a alguien en la puerta, porque no lo conocía, y enterarme luego que era el director de la sede local de la Universidad de Nueva York", recuerda con humor pero convencida de que el suyo es un método eficaz de seguridad. Nurit además escribe poesía y fundó con su socia Sol Echevarría Editorial Excursiones, un sello de ensayo latinoamericano contemporáneo que combina pensamiento con obras de arte. Entre otros publicaron No leer, del chileno Alejandro Zambra, y Lo impropio, del filósofo cordobés Diego Tatián, con exclusivos diseños de tapa y obras troqueladas de Hernán Salamanco y Martín Dipaola.
LIBROS DEL VENDAVAL. En Colegiales, Los libros del vendaval es aún más especializada. Sólo vende libros álbum. Sobre la calle Enrique Martínez al 800 cuenta con buena variedad de ejemplares para chicos –de editoriales locales y extranjeras– pero también para adultos. Allí está Silvia Aristimuño. Ella es bibliotecaria y cuenta que tuvo que negociar con su familia –marido e hijos– para poder montar la librería que funciona en parte del living de la suya, una amplia casona reciclada. Una de las mesas de libros da hacia la ventana de un jardín con pileta y parrilla. El ambiente invita a quedarse. "Esto empezó hace tres años, en 2011, a partir de mis ganas de tener una librería y de un curso en la escuela de libreros que me entusiasmó. Me empecé a meter en el mundo de los libros álbum, me puse a investigar y me di cuenta que no había demasiado, y lo que había estaba en muy poquitos lugares. El espacio lo tenía y consulté con mi familia. No tenía referencias de otras, se me ocurrió y armé un canal de venta por Internet", cuenta Silvia. Ella atiende en su librería con días y horarios fijos: lunes, martes y miércoles de 14 a 18. Aunque aclara que si alguien puede en otro momento, lo arreglan por mail.
"Con una gran mano de amigos editores, libreros, distribuidores que me ayudaron mucho con el primer envión, pude abrirla. Si tuviera que pagar alquiler no podría tenerla. Además me gusta recibir gente. Antes, con uno de mis hijos que es músico hacíamos viernes de recitales, se conocían como 'Despacio Martínez' jugando con el nombre de la calle. En un punto estábamos acostumbrados a que viniera gente. Con los libros ofrezco la tranquilidad y la calidez de una casa y la comodidad de tener concentrados libros de un mismo tipo en el mismo lugar", explica. Entre las recomendaciones están los libros de las editoriales españolas que no se consiguen en otras librerías como Bárbara Fiore, Lóguez Ediciones o Thule.
LA VACA MARIPOSA. Para Adriana Morán Sarmiento, de La vaca mariposa, el comienzo fue un poco más complicado. Ella es venezolana y la confianza que las editoriales depositaban en su librería atípica para dejarle libros en concesión al principio fue nula. "¿Y si te volvés a tu país y te llevás los libros?", le dijeron una vez en la cara. Adriana es además editora y cocinera. Entonces, con esas dos pasiones, ofrece todos los viernes Cenas Literarias. Consisten en un menú de platos típicos venezolanos muy marcados por la sazón de su ciudad, Maracaibo. Ofrece cenas y charlas con autores, como también lecturas. Adriana además creó la editorial La vaca mariposa, con la que publica libros de escritores y fotógrafos latinoamericanos. Este año también los lanzó en formato ebook.
"Yo siempre he tenido ganas de hacer cosas vinculadas con libros. Buenos Aires tiene la particularidad de tener propuestas privadas como restaurantes a puertas cerradas, cines a puertas cerradas que funcionan. Hay un circuito alternativo que por algún motivo se da bien aquí y no en otras ciudades. Yendo a dejar los libros que yo edito a la librería Mi Casa fue como entré por primera vez a una librería en casa. Me sentí inspirada: esa casa soñada con patio, verde, luz. Me encantó ¡pero yo no tengo esa casa! entonces pensé armar algo parecido uniendo otra de mis pasiones que es la gastronomía. Me interesa conectar gente, hacer reuniones. Lo de las cenas empezó con los amigos y luego hace cuatro meses que estamos mi pareja que también es cocinero y yo en cookapp, la aplicación para restaurantes en casa. Combinamos cenas con lecturas y libros", cuenta. Entre sus "libros únicos" hay colecciones de editoriales venezolanas, uruguayas, ecuatorianas. Los libros de Adriana están en Internet, como también los de su editorial. Se pueden hacer pedidos por esa vía o contactarla por mail para combinar un encuentro en su librería que funciona en Borges y Güemes, en Palermo.
A CIEN METROS DE LA ORILLA. La escritora Natalia Romero fue la gestora de A cien metros de la orilla, una librería a puertas cerradas de San Telmo. "Yo tengo expuestos los libros en el living de casa. Tengo tarjetas, los sobres de madera con los que los envuelvo, sellos personalizados. Trabajé bastante con una diseñadora para poder ofrecer un producto lindo. Mi canal de venta es la página pero creo que vendo más por el boca en boca y por los que ya me conocen. Empecé teniendo los libros que me gustaban a mí. El valor agregado que creo que tienen este tipo de proyectos es que somos libreros que sabemos muy bien lo que estamos vendiendo", explica. Ella como autora escribe poesía y tiene libros especiales sobre el género. Entonces recomienda: "Un libro de poesía muy preciado es Más claro todo, de Noelia Rivero, casi no se consigue. Otro es una edición de Geología, de Claudia Masin a quien admiro mucho como poeta. También una hermosa edición de la editorial Mágicas naranjas, que editan partes de poemas ilustrados para chicos. Algo más difícil de conseguir y que para mi es un lujo tener, son las ediciones de Tsé-Tsé, junto con varios números de su revista, a cargo del poeta Reynaldo Giménez. Uno de sus títulos que es una antología de 37 poetas de Perú, El libro de los sonidos. Otro título es de la editorial El 8vo. Loco, poesías de Nicolás Olivari (de 1920-1930) o Relatos críticos, de Nicolás Rosa, edición de Santiago Arcos." «
Contactos en Internet
Villa Crespo: Mi casa <>
Colegiales: Los libros del vendaval <>
Palermo: La vaca mariposa <>
San Telmo: A cien metros de la orilla <>
Natalia Páez
26/11/2014
Tiempo argentino