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Librerías a puertas cerradas: una aventura literaria

No tienen vidrieras ni marquesinas. No existen en ellas los clásicos ni los escritores voraces por formar parte de la tan deseada “mesa de novedades”. Tampoco se aglutinan en sus salones los lectores de bestsellers en busca de la firma del autor del momento. Hablamos de las denominadas librerías a puertas cerradas –o puertas adentro–, un nuevo circuito de distribución alternativa de literatura que cada vez suma más adeptos, donde el encargado de abrir el diálogo es, esencialmente, cada libro.
“Hace cinco años, hablar de una librería dentro una casa era prácticamente una locura”, afirma a Cielos Argentinos Nurit Kasztelan, poeta, economista, creadora de Mi Casa: Librería Atípica y pionera en incursionar en este terreno. Sin embargo, así como en su momento las residencias privadas convertidas en restaurantes fueron novedad, hoy estas propuestas diferentes comenzaron a multiplicarse a lo largo y ancho de la Ciudad. ¿Qué ofrecen? Atención personalizada, encuentros, catálogos especiales y esas figuritas difíciles de conseguir en el mercado literario tradicional. En fin, una invitación difícil de rechazar para cualquier lector curioso.
Aunque Mi Casa es una habitación más dentro de un lindo PH en Villa Crespo, llegar hasta ahí es todo un misterio. La dirección no está publicada en ningún lado. Primero hay que contactarse con Nurit, acordar una cita y, recién ahí, se da comienzo al verdadero viaje literario, en que el que se deberá atravesar un inagotable pasillo, luego un patio con un gran árbol y, por último, subir una larga escalera. “Me gusta compararlo con las ruinas de Tikal, en Guatemala, porque no está a la vista y para llegar tenés que atravesar una gran jungla. Acá es igual: aunque ya estés en mi casa, tenés que buscar la librería”, desafía.
Según cuenta, este refugio surgió naturalmente y casi sin pensarlo: “No es que me dije: ‘Voy a tener una librería en mi casa’, sino que empecé buscando libros como lectora, o les conseguía a mis amigos esas ‘joyitas’ que no sabían dónde rastrear”. En ese momento, a la par de trabajar en el Estado como economista, Nurit organizaba ciclos de lectura de poesía en diversos centros culturales de Buenos Aires. “Así fue como un día ofrecí a mis amigos poetas y editores que me dieran sus libros para vender. Los metía en una bolsa y los llevaba siempre conmigo. Lo hacía de onda. Empecé a vender mucho, a sumar novelas y hasta las editoriales me mandaban libros”. Luego se mudó a donde hoy funciona su librería y, casi como por instinto literario, empezó a colocar libros en grandes estanterías y a armar un catálogo en base a lo que a ella le gustaba como lectora. Hoy ya cuenta con más de 190 editoriales y se convirtió en un espacio de referencia de circulación de poesía y narrativa contemporánea.
De esta manera, Nurit abrió un nuevo nicho, y estas propuestas se fueron multiplicando bajo sus propias reglas. Sin embargo, lo interesante es que prácticamente no compiten entre ellas: se enfocan en un género en particular u ofrecen vueltas de tuerca como cenas literarias, ciclos de lectura, delivery de libros o encuentros en torno a la palabra. “Lo importante es multiplicar, pero diferenciándose”, enfatiza la poeta. Por eso, ahora apostó a traer más libros de editoriales independientes de otras zonas de Latinoamérica y Estados Unidos. “Leí todos los libros que tengo porque, básicamente, no puedo vender lo que no sé qué es. Acá se da una entrega total; se establece un vínculo de confianza a partir del lector que te pide una recomendación, y eso hay que respetarlo”.
En ese sentido, desde Sur de Babel: Club de Libros aclaran: “Tampoco competimos con las grandes cadenas de librerías, porque eso sería prácticamente un suicidio”. Victoria Rodríguez Lacrouts, Josefina Heine y Rocío Bressia son las tres jóvenes licenciadas en Letras que, desde hace seis años, llevan adelante este “club que difunde y da a conocer propuestas literarias, tanto para chicos como para adultos”. Su funcionamiento es muy simple: a través de la página web, uno se asocia a “Sur de Babel” e inmediatamente comienza a recibir los libros en su casa. “Los socios abonan una cuota mensual y el precio del libro; solo eso. No cobramos el envío a ningún lugar del país y llegamos, eso sí, a todos los rincones”, explican. No exageran: pese a los altos costos de logística, realmente cumplen con esta hazaña. Es que, para ellas, si bien la librería es el lugar por excelencia para un libro, no es el único. “Los libros llaman a la puerta y hay que dejarlos entrar; este es uno de nuestros grandes lemas”. En la actualidad cuentan con tres selecciones infantiles y una para adultos. Además, con la credencial del Club, uno accede a una amplia variedad de beneficios y descuentos en teatros y diversas actividades culturales.
“Leí todos los libros que tengo porque, básicamente, no puedo vender lo que no sé qué es. Acá se da una entrega total"
“Cuando terminamos la carrera, caímos en la cuenta de que había una gran producción editorial, literaria, que desconocíamos por completo. ¿Dónde estaban esas voces? Hacia allá fuimos, buscamos esas lecturas, y abrimos un nuevo canal de circulación. Inevitablemente, las grandes novedades estaban tapando voces que no conocíamos”, recuerdan. Así, Sur de Babel logra que el contacto sea directo y sirve tanto para aquel lector interesado en descubrir cosas nuevas como para quien quiera tener una regularidad de lectura. A la par, organizan showbooks, encuentros literarios, ciclos de lectura y diferentes actividades: “Acá invertimos nuestro lema: en lugar de que la literatura llame a tu puerta, sé vos el que llama a la puerta de la literatura”.
Al igual que Sur de Babel, La Vaca Mariposa: Librería Alternativa aporta su granito de arena para que las editoriales independientes y esos autores que quedan fuera del mercado tradicional logren llegar a los lectores. Para alcanzar este objetivo, este proyecto de la venezolana Adriana Morán Sarmiento tiene múltiples aristas: desde una librería en su casa de Palermo hasta su propia editorial, revistas web y cenas literarias. “Es apenas un pequeño aporte; pero en la medida en que un lector de Buenos Aires se interese en leer a un poeta venezolano o a una narradora cordobesa, o que dos personas vayan a cenar y descubran que tienen cosas en común y se conecten, ya eso es un nuevo puente cultural creado”, afirma.
Amante de los libros y la buena cocina, tal como ella se define, decidió unir esas dos pasiones en su casa-librería y brindar un menú único y original: maridar una buena cena venezolana… con literatura. Así es como a través de la web de cocineros CookApp ofrece participar del Ciclo de Lecturas Íntimas, un acercamiento entre escritores y lectores pero con una cena de por medio. Además, no cobran descorche y hasta tienen menú vegetariano. “La propuesta es simple: conversación, un buen vino y una rica cena para estrechar lazos de amistad. Es una velada íntima y cordial en la que nos acompaña un escritor para charlar sobre su obra y leer algunos textos”, explica esta periodista, radicada en nuestro país desde hace seis años.
“En 2013, me animé a ‘abrir’ la casa para esto, siempre pensando en realizar actividades relacionadas con el libro, el cine o la comida. Además de mi experiencia como gestora cultural, desde siempre me gustó reunir gente en mi casa, así que no fue tan difícil comenzar a organizar. Lo importante en La Vaca Mariposa y todos sus proyectos es hacer cruces y conectar gente con las mismas inquietudes”, enfatiza Adriana. Y Juan, una de las tantas personas que ya se animaron a esta aventura culinaria y literaria, agrega: “Es una muy buena experiencia, desde el ambiente íntimo y cálido. La comida está muy bien preparada, pero lo más especial es la propuesta de la librería, con títulos alternativos muy interesantes para chusmear, antes y después de la cena. Recomiendo conocer”. Así es como cada viernes y sábado su casa se convierte en una verdadera tertulia literaria.
Sin embargo, una de las grandes contras que destacan, es la –no tan sencilla– tarea de acercar la propuesta al lector. Para ello, las redes sociales y la posibilidad de ver los catálogos online son fundamentales. “Al no ser un local comercial, con vitrina al público, nos toca ir a buscar al lector, y eso lo hacemos gracias a Internet”, explica Adriana, algo con lo que coincide Silvia Aristimuño, fundadora de Los Libros del Vendaval: “Una vez que llegan, resulta muy seductor y, si bien son librerías especializadas, el público es muy variado”.
Silvia es bibliotecaria y su librería funciona en una delicada casona de Colegiales. Se basa en los libros álbum –o libros objeto– para chicos, un género que está en expansión y en el que el trabajo del ilustrador es tan importante como el del narrador. En otras palabras, de esos libros para chicos que tranquilamente pueden quedar en la mesa del living, a modo de decoración. “Es una librería que funciona como espacio cultural. Desde allí proponemos talleres, charlas, exposiciones o presentaciones que nos permiten disfrutar no solo de un encuentro de formación o de simple goce, sino también generar la participación, el debate y la apertura a nuevas búsquedas”, explica.
El sueño de la librería propia siempre le dio vueltas en la cabeza, pero como una ilusión conscientemente utópica, hasta que, en 2011, la concreción de ese proyecto empezó, con mucha dedicación: “Se dio con lo que tenía enfrente de mí: el espacio físico, mi casa, que no requería una apuesta mayor”. Según explica, montar esta propuesta en una casa genera “la libertad de no tener que pensar en pagar un alquiler a fin de mes”, y esto se traduce directamente en no tener que pensar en esos libros que marcan tendencias o que rinden más: “Nos permite focalizarnos en una especialidad, algo vital en una ciudad que cuenta con muchas librerías generales, moviéndonos siempre con decisiones placenteras y no desde el vértigo de si los números dan o no. Trabajamos y elegimos desde la admiración, más que desde una búsqueda comercial”. Para Adriana, de La Vaca Mariposa, comunicar estos esfuerzos es lo más importante: “Pero no para hacernos ricos ni famosos, sino para que otros puedan acercarse, y para que otras personas también se atrevan a poner librerías, hacer cenas, convocar a gente… Eso es lo lindo. Multiplicar, es lo que vale la pena”.

Gisela Carpineta

01/10/2014

Cielos argentinos (Aerolíneas argentinas)